martes, 13 de abril de 2010

Calesitas...






Caminábamos apresuradamente, mientras mi pequeña mano se aferraba a la tuya. Nuestros pasos eran recordados por aquel eco que resonaba en esa oscura noche de primavera. 
Mis ojos estaban más grande que de costumbre. Estaban más negros y luminosos. Mi sonrisa más amplia y mi inocencia aún seguía en pie. 
Caminábamos y yo sólo pensaba en aquellos colores, en aquellos movimientos y melodías que podría sentir al llegar a nuestro destino.  
El eco de nuestros pasos se detuvieron. Me miraste y sonreíste como jamás te había visto. Quizás, también esperabas con ansias esos colores y esa música. Quizás anhelabas más que yo llegar a ver a esos caballitos subir y bajar al ritmo de acordeones y  campanitas. 
Suspiré y di media vuelta para ver aquel escenario. Volví a suspirar y quedé perpleja por  magnitud de evento que se mostraba ante mis ojos negros. 
Sonreí, sonreímos. Me tomaste de la mano y me llevaste hasta la calesita. Nunca olvidaré semejante sensación de aislamiento. Era yo volando. Era yo experimentando algo parecido a caminar sobre las nubes. 
Desde aquel día, sueño incesantemente con volver a subirme  a una calesita. Sin embargo, mis ojos están  más pequeños, mis huesos pesan más y de inocencia mejor ni hablar. Es por eso, que desde que supe que no volvería a pisar aquel escenario es que deseo constantemente con tener una cajita musical con forma de calesita, para no olvidar que alguna vez fui feliz. 

Puerto Natales, 1989.

1 comentario:

Diego Matta dijo...

Calesitas? mira yo lo conocía como carrusel! en fin.
saludos.
buen blog.
estás...jaja