Caminábamos apresuradamente, mientras mi pequeña mano se aferraba a la tuya. Nuestros pasos eran recordados por aquel eco que resonaba en esa oscura noche de primavera.
Mis ojos estaban más grande que de costumbre. Estaban más negros y luminosos. Mi sonrisa más amplia y mi inocencia aún seguía en pie.
Mis ojos estaban más grande que de costumbre. Estaban más negros y luminosos. Mi sonrisa más amplia y mi inocencia aún seguía en pie.
Caminábamos y yo sólo pensaba en aquellos colores, en aquellos movimientos y melodías que podría sentir al llegar a nuestro destino.
El eco de nuestros pasos se detuvieron. Me miraste y sonreíste como jamás te había visto. Quizás, también esperabas con ansias esos colores y esa música. Quizás anhelabas más que yo llegar a ver a esos caballitos subir y bajar al ritmo de acordeones y campanitas.
Suspiré y di media vuelta para ver aquel escenario. Volví a suspirar y quedé perpleja por magnitud de evento que se mostraba ante mis ojos negros.
Sonreí, sonreímos. Me tomaste de la mano y me llevaste hasta la calesita. Nunca olvidaré semejante sensación de aislamiento. Era yo volando. Era yo experimentando algo parecido a caminar sobre las nubes.
Desde aquel día, sueño incesantemente con volver a subirme a una calesita. Sin embargo, mis ojos están más pequeños, mis huesos pesan más y de inocencia mejor ni hablar. Es por eso, que desde que supe que no volvería a pisar aquel escenario es que deseo constantemente con tener una cajita musical con forma de calesita, para no olvidar que alguna vez fui feliz.
El eco de nuestros pasos se detuvieron. Me miraste y sonreíste como jamás te había visto. Quizás, también esperabas con ansias esos colores y esa música. Quizás anhelabas más que yo llegar a ver a esos caballitos subir y bajar al ritmo de acordeones y campanitas.
Suspiré y di media vuelta para ver aquel escenario. Volví a suspirar y quedé perpleja por magnitud de evento que se mostraba ante mis ojos negros.
Sonreí, sonreímos. Me tomaste de la mano y me llevaste hasta la calesita. Nunca olvidaré semejante sensación de aislamiento. Era yo volando. Era yo experimentando algo parecido a caminar sobre las nubes.
Desde aquel día, sueño incesantemente con volver a subirme a una calesita. Sin embargo, mis ojos están más pequeños, mis huesos pesan más y de inocencia mejor ni hablar. Es por eso, que desde que supe que no volvería a pisar aquel escenario es que deseo constantemente con tener una cajita musical con forma de calesita, para no olvidar que alguna vez fui feliz.
Puerto Natales, 1989.
1 comentario:
Calesitas? mira yo lo conocía como carrusel! en fin.
saludos.
buen blog.
estás...jaja
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